Recibí el décimo lugar como finalista con el cuento titulado "Domingo en el parque".
La Secretaría de Toledo publicará un libro editado por la Editorial Celaya con los treinta finalistas escogidos por el jurado el cual estuvo compuesto por personas del ambiente literario de la ciudad de Toledo.
Los cuentos debían tener no más de tres folios por una sola cara, a doble espacio. Se recibieron 156 cuentos.
Aquí el cuento premiado.
Domingo en el parque
Amedrentado por
la oscuridad el niño detuvo su triciclo; los pies, que antes fueron alas,
inertes sobre los pedales interrumpidos a media rotación. Señaló con su dedo de
niño la sombra monolítica de la catedral proyectada sobre el parque y preguntó:
—Mamá, allá, ¿se
acaba el mundo? Sólo en el desfiladero de sus pesadillas había enfrentado
oscuridades abismales como esa.
—No, hijo… —pero
corre por donde hay sol para verte no te vayas a lastimar —advirtió la madre
desde la solidez absoluta del cariño.
Calibrando la
distante penumbra el niño impulsó mansamente los pedales con la duda del
consejo recorriendo los senderos de su pecho. Azuzado por la curiosidad
aceleró. Corrió su triciclo sobre las baldosas agrietadas del parque con la
urgencia de quien enfrenta un desafío. Pedaleó junto a los senderos de flores
con ansia febril.
El triciclo
agujereaba el viento con las esquirlas centellantes de su trinar. El niño hecho
de alas levantaba una estela de polvo perseguida por flores y juegos en los
senderos del parque mientras el sol quebrantaba las maderas secas de los
bancos, centellaba en la copa de los árboles, derramaba copos de luz sobre las
memorias somnolientas de los viejos.
-No te alejes
—insistió su madre desde la ternura de su regazo-. Juega donde hay sol —dijo— y
el temor era una fisura en su voz. Su importuna sensatez apenas lo alcanzó. La
advertencia fue un desafío.
El niño se
detuvo frente a la sombra. Decidido, hizo girar los pedales con la certidumbre
de quien enfrenta una batalla, cruzó la frontera y desapareció como una
ilusión.