martes, 15 de mayo de 2012

Se me ha roto el corazón.
Acabo de enterarme de la muerte del escritor mexicano Carlos Fuentes. A pesar de que ni siquiera tengo un libro con su autógrafo siento como si hubiera perdido a un amigo. Tal vez se debe a que con sus novelas, sus artículos periodísticos o con los pocos detalles de su vida privada que salían a la luz tuve la ilusión de que lo conocí. O se debe tal vez a esa admiración que siente un lector deslumbrado. Leí y me maravilló su novela La muerte de Artemio Cruz sobre todas. El uso de el Yo, Él y Tú para levantar al personaje, un hombre complejo hecho de niñez, de ambición, de debilidades y deseos. La maravilla de las  palabras utilizadas con maestría, el correr del pensamiento con la puntuación adecuada, la cercanía de un ser hecho de letras que nos convence de su existencia y su humanidad. Todo construido con las meras palabras.
Cuando estudiaba mi bachillerato en la Universidad de Puerto Rico tuve la gran suerte de asistir a una conferencia que ofreció el escritor en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Nunca olvidaré la energía que emanaba de la figura de aquel hombre desde la tarima en la oscuridad del teatro. Él estaba hecho de palabras, de pensamientos, de realidades de los que quedé perdidamente enamorada. Han pasado muchos años, hemos cambiado de siglo, pero la magia de aquella tarde es el recuerdo más preciado de mis años estudiantiles.
Para concluir la conferencia el escritor recitó un poema de Octavio Paz titulado Las palabras; levantó la mano abierta, agarró el rabo de las palabras; les exigió que chillaran; las llamó putas. Cuando escribo y escapan de mi,  recuerdo aquel puño hecho de luz que agarraba el rabo de las palabras exigiéndole obediencia.
A manera de un pequeño homenaje incluyo aquel poema para recordar esa tarde de maravilla en la que Carlos Fuentes me tocó con su pasión por las palabras.
Descanse en paz.

Las palabras

Dales la vuelta, 
cógelas del rabo (chillen, putas), 
azótalas, 
dales azúcar en la boca a las rejegas, 
ínflalas, globos, pínchalas, 
sórbeles sangre y tuétanos, 
sécalas, 
cápalas, 
písalas, gallo galante, 
tuérceles el gaznate, cocinero, 
desplúmalas, 
destrípalas, toro, 
buey, arrástralas, 
hazlas, poeta, 
haz que se traguen todas sus palabras.

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