Con gran entusiasmo y muchos deseos de adelantar sus proyectos narrativos ocho futuros escritores comenzaron el taller práctico de escena el sábado 15 de septiembre. Como toda primera reunión allanamos el camino de las inquietudes y disipamos dudas sobre la capacidad para escribir. El ambiente acogedor y humano de la San Juan Community Library contribuyó al éxito de esta primera sesión.
Entre los comentarios cabe señalar la pregunta sobre la fe. En este caso no se trata de un concepto religioso, a menos que consideremos el oficio de escritor una religión, si no cómo ignorar y en el mejor de los casos neutralizar, esa duda que nos murmura tras la oreja que nuestras ideas son banales, trilladas, en resumen, incapaces de engendrar una historia.
Cómo contestar esta pregunta. Es como asegurarle a un niño que en el clóset no hay monstruos. Mi estrategia es admitir que sí, que dentro de ese lugar oscuro hay un ser maligno que nos quiere comer si se lo permitimos. Entonces abrimos la puerta del clóset en el que vive y lo invitamos a pasar a la habitación. Le pedimos que se siente a nuestro lado, que nos acompañe. No cerramos los ojos, no pretendemos que no está. Es más, le ofrecemos de nuestra taza de café. Le preguntamos si está a gusto. Pronto el monstruo se pone flaco, se aburre y se echa a dormir. Nos deja tranquilos con nuestras ideas. Es cuestión de no alimentarlo con su golosina favorita, el miedo y la duda. Es preciso aceptar a manera de ejercicio de calentamiento que lo que escribiremos no sirve. Ya. Dicho. Ahora, sin expectativas ni sueños de grandeza, nos sentamos a clavar una tras otra, tras otra, las palabras que construirán nuestra historia.
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